En el mundo de la comunicación interlingüística hay dos conceptos que a menudo se usan de forma indistinta por sus aparentes similitudes: traductor e intérprete. Estas similitudes pueden causar confusión entre el público general, poco habituado a las diferencias entre ambas profesiones.
Si buscamos traducir en el diccionario de la Real Academia Española, veremos que una de las acepciones es «explicar o interpretar», así que, en cierto modo, equipara la traducción con la interpretación. Eso es porque ambas se dedican a la mediación en la comunicación entre personas que hablan idiomas distintos. En este sentido, podríamos pensar que se trata de términos intercambiables. Ahora bien, si nos adentramos en sus funciones y roles podemos descubrir que, a pesar de compartir ese objetivo, desempeñan labores distintas a la hora de facilitar la comprensión y el entendimiento intercultural.
En este post exploraremos cuáles son las diferencias clave entre traductor e intérprete, e intentaremos desentrañar los matices que hacen de cada uno una figura indispensable en el ámbito de la comunicación.
El concepto amplio de traducción se refiere a expresar en una lengua lo que antes se ha expresado en otra. Sin embargo, esta expresión puede ser oral o escrita, y es aquí donde podemos establecer la primera diferencia fundamental entre el traductor y el intérprete. El traductor se encarga de trasladar de un idioma a otro un texto escrito, mientras que el intérprete hace lo mismo con textos orales, cosa que le obliga a trabajar en la traslación en tiempo real.
Expresar en una lengua lo que antes se ha expresado en otra es una práctica fundamental en el intercambio cultural y la comunicación entre distintos grupos lingüísticos, por lo que su existencia se remonta a los albores de la civilización. Es complicado especificar en qué momento se inició esta actividad. Lo que sí podemos decir es que este tipo de comunicación nació mucho antes que de que apareciera la escritura, por lo que podemos decir que la figura que hoy en día llamamos intérprete tiene un origen anterior al del traductor.
Traductores e intérpretes han sido fundamentales en muchas etapas de la historia como, por ejemplo, en tiempos del imperio romano o el egipcio, que dominaban una amplia geografía donde se hablaban lenguas muy distintas.
En otros momentos, como en las distintas etapas de colonización, los intérpretes permitían la comunicación con los líderes de las poblaciones indígenas, lo que era fundamental para establecer alianzas o negociar términos de rendición o paz. Por otra parte, también contribuyeron a la labor evangelizadora de los misioneros, ya que su trabajo como mediadores facilitó la predicación en las lenguas locales y la propagación del cristianismo.
Más tarde, con el crecimiento de la importancia de la diplomacia, los traductores e intérpretes desempeñaron un papel crucial en la comunicación entre líderes y representantes de diferentes países en cumbres, tratados y negociaciones internacionales. La interpretación simultánea, de hecho, fue clave en los juicios de Núremberg, que se consideran el nacimiento oficial de esta disciplina.
Hoy en día traductores e intérpretes cumplen una función vital en la eliminación de barreras idiomáticas y facilitan la comprensión entre distintas culturas y comunidades lingüísticas. Su contribución es esencial no solo para el desarrollo de relaciones internacionales y la diplomacia, sino también para el comercio internacional y la cooperación científica.
Tanto los traductores como los intérpretes son muy importantes en una amplia variedad de campos y sectores, ya que su trabajo es esencial para la comunicación efectiva entre personas que hablan idiomas distintos. Listamos algunos de estos roles a continuación.
Como hemos apuntado, traductores e intérpretes se dedican a la comunicación interlingüística, y por eso algunas de las habilidades que se les requieren son comunes, por ejemplo:
Tanto los traductores como los intérpretes deben tener un alto nivel de competencia en al menos dos idiomas: el idioma de origen y el de destino. Deben tener un dominio sólido de la gramática, vocabulario, expresiones idiomáticas y estructuras lingüísticas en sus lenguas de trabajo.
Traductores e intérpretes deben estar sensibilizados con las particularidades culturales que pueden afectar a la interpretación o a la traducción del mensaje. La comprensión de las costumbres, tradiciones y normas sociales de las culturas involucradas es fundamental para poder llevar a cabo una comunicación efectiva y que conecte emocionalmente con la audiencia.
Traducción e interpretación requieren que los profesionales que las llevan a cabo sean adaptables y flexibles en su trabajo, en el sentido de ajustar su estilo de traducción e interpretación al registro del lenguaje, el contexto, la audiencia y el propósito del mensaje.
Tanto los traductores como los intérpretes requieren una gran concentración y atención durante su trabajo. Los traductores deben enfocarse en los detalles del texto para asegurar la precisión, mientras que los intérpretes deben mantenerse alerta para escuchar y transmitir el mensaje sin errores.
Es habitual que el trabajo de traducción y de interpretación saque partido de herramientas y tecnologías específicas del sector para mejorar sus resultados. Los traductores pueden utilizar software de traducción asistida por ordenador (TAO) para agilizar el proceso con memorias de traducción y glosarios y mantener la coherencia terminológica, mientras que los intérpretes pueden usar equipos para la interpretación simultánea y software de ayuda especializado.
Tanto los traductores como los intérpretes tienen la responsabilidad ética de mantener la confidencialidad y la imparcialidad en su trabajo. Deben respetar la privacidad de la información que manejan y evitar plasmar su propia interpretación o sesgo personal sobre el contenido.
Aunque tanto los traductores como los intérpretes son profesionales lingüísticos que trabajan para facilitar la comunicación entre idiomas distintos, existen diferencias clave en sus enfoques y habilidades. Como hemos apuntado, la diferencia fundamental radica en el medio en el que trabajan, es decir, texto escrito o discurso oral en tiempo real. Ahora bien, esta distinción conlleva otras diferencias, como algunas habilidades requeridas o el contexto de trabajo.
Los traductores se especializan en la traducción de textos escritos que deben entregar en un plazo previamente establecido, por lo que pueden realizar las investigaciones necesarias a medida que vierten el texto a la lengua de destino y pueden repasar el trabajo hecho antes de la entrega. Por su parte, los intérpretes trabajan «en directo» sobre textos orales, por lo que no pueden efectuar dicha investigación en ese momento ni volver atrás para repasar posibles errores. En su caso, lo más habitual es preparar los recursos necesarios (glosarios, textos, etc.) antes de empezar la interpretación.
Aunque es cierto que las habilidades de traductores e intérpretes deben ser muy parecidas (no en vano los estudios de traducción e interpretación tienen muchas partes en común), existen algunas diferencias. Ambos deben saber investigar y tener capacidad de contextualizar el texto para asegurar una traslación precisa y culturalmente adecuada, pero los intérpretes también deben perfeccionar una alta capacidad de escucha, comprensión y procesamiento rápido de la información. Además, deben ser ágiles mentalmente y tener una excelente memoria a corto plazo para retener información al mismo tiempo que interpretan.
Generalmente los traductores trabajan en entornos controlados, como una oficina o su propio hogar, donde pueden acceder a recursos, diccionarios y herramientas de traducción mientras realizan su proyecto. En cambio, los intérpretes suelen desarrollar su actividad en contextos más dinámicos, que suelen ser públicos o abiertos, como salas de conferencias, tribunales, hospitales o situaciones de viaje, y deben estar preparados para hacer frente a cambios en las situaciones.
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