Quién no ha dicho, oído o leído expresiones del tipo: concierto tributo, violencia de género, perfil bajo, cifras conservadoras, soporta Windows. Calcos que en un primer momento rascan como un arco deshilachado, pero que acaban por infiltrarse y moverse entre nosotros como si siempre hubieran estado ahí.
El influjo del inglés en el español actual a ambos lados del atlántico es indudable, con la consecuente proliferación de calcos y préstamos. El DRAE define los calcos semánticos como la «adopción de un significado extranjero para una palabra ya existente en una lengua». También los hay de sentido, de forma, de norma, etc. que ya han sido ampliamente explicados en la literatura académica. Este fenómeno natural, dada la mencionada influencia de los países anglosajones, no es necesariamente negativo y cuenta con fervorosos activistas cuya entrega en ocasiones roza el paroxismo: abran cualquier revista de moda y alucínense. Y hablando de moda, venga un vídeo bromista a este respecto.
En general, se producen de forma inadvertida para el hablante y se adoptan por diversos motivos, uno de los principales es las traducciones descuidadas.
De ahí lo oportuno de poner en evidencia este abuso, y valgan cuatro calcos innecesarios como botón de muestra:
Utilizar una expresión extraña cuando existen formas naturales en la lengua receptora es del género bobo, si me permiten la retranca. Sobre todo cuando se hace con alevosía como en el último ejemplo. Aquí les dejo una prueba de ello, que no evidencia.
Finalmente, el hablante es libre de utilizar la lengua como mejor le plazca, pero la traducción (vean cómo arrimo el ascua a mi sardina) debe ser realizada por un profesional que sea capaz de ver más allá de la aparente equivalencia.