La traducción de contratos es, seguramente, la especialidad de la traducción jurídica que se solicita más habitualmente. La traducción de contratos es una traducción compleja que requiere un gran conocimiento, no sólo lingüístico, sino también en materia de derecho, ya que existen muchos tecnicismos y expresiones complejas propios de este tipo de documentos.
Un contrato es un compromiso explícito entre dos o más personas con capacidad para asumir compromisos que tiene efectos jurídicos y en virtud del cual las partes se obligan a cumplir determinadas cláusulas que rigen sus relaciones con vistas a una determinada finalidad o asunto. Existen varios tipos de contratos: de arrendamiento, de trabajo, de arras, de matrimonio, de hipoteca, de franquicia, etc.
En la traducción de contratos, al tratarse de documentos con validez legal, el traductor tiene que realizar una traducción lo más fiel posible al original, manteniendo la estructura de las partes y de las cláusulas contractuales y siendo muy cauteloso en la traducción de nombres de instituciones, organismos y conceptos jurídicos.
También es importante destacar que, como hemos indicado, se trata de una documentación repleta de tecnicismos, por lo que en la traducción de contratos es imprescindible que el traductor esté familiarizado con este tipo de documentación y que conozca recursos y glosarios jurídicos que le apoyen en el proceso de la traducción. Asimismo, debe conocer el sistema jurídico en el que se enmarca el texto original y el que corresponda a la lengua de destino de la traducción.
En determinadas ocasiones es necesario dar un carácter oficial adicional al contrato traducido. En esos casos, es necesario realizar una traducción jurada del contrato. La traducción jurada debe realizarla un traductor jurado nombrado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación o el organismo competente en el país de destino de la traducción. El traductor jurado firma y sella la traducción del contrato para dar fe de su veracidad y le da carácter oficial.