Vas a la biblioteca porque quieres leer alguno de los grandes clásicos de la literatura rusa, pero te asalta una duda: ¿cómo se llamaba el autor de Guerra y paz? ¿Tolstoi? ¿Tolstói? ¿Tolstoy? ¿Y el de Los hermanos Karamázov? ¿Dostoievski, Dostoyevski, Dostoyewski, Dostoyevsky, Dostoevsky? Y el nombre, ¿era Fedor, Fiódor, Theodore…? ¿Por qué encontramos tantas variantes de transcripción del ruso? ¿Es tan complicado el alfabeto cirílico?
Para trasladar los nombres escritos en alfabetos distintos al nuestro, tenemos dos opciones: la transliteración o la transcripción. Si buscamos la definición de ambos conceptos en el Diccionario de la Real Academia Española, veremos que son muy parecidos, e incluso se consideran sinónimos. Sin embargo, en el ámbito académico se utilizan para referirse a diferentes procedimientos.
Por un lado, la transliteración es un sistema de conversión mediante el que se asigna a cada letra de un alfabeto una letra de otro alfabeto y siempre es reversible. A pesar de su sencillez, algunos de los símbolos que se utilizan no resultan comprensibles para los hablantes estándar. Por ejemplo, en el sistema de transliteración de la norma ISO 9:1995, encontramos letras como č, ŝ, š o ž cuya pronunciación resulta muy poco intuitiva para quienes no son expertos en transliteración. Por este motivo, la transliteración suele restringirse al ámbito científico.
La transcripción, en cambio, realiza una adaptación al alfabeto de un idioma en concreto. Se trata principalmente de conseguir que los lectores puedan leer las palabras transcritas de una forma más fluida. Hay que remarcar, no obstante, que con este sistema no se obtiene una transcripción fonética fiel.
La Fundéu (Fundación del Español Urgente) ha editado el documento «Sistemas de transcripción. Guía de aplicación» (se puede consultar en pdf). En él puedes encontrar las equivalencias utilizadas para la transcripción del ruso al español, y también para la transcripción de otros alfabetos. A continuación reproducimos el cuadro sobre la romanización del ruso de esta guía.
Según las indicaciones de la Fundéu, Anna Karénina es una obra de Lev Tolstói y Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski. Así, pues, ¿por qué encontramos tantas variantes? Además del uso de distintos sistemas de transcripción, hay que añadir que muchas de las traducciones que se han hecho al castellano a lo largo de los años no se hacían directamente del ruso. Muchas veces se traducía a partir de la versión francesa o alemana, principalmente.
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También se han perdido costumbres «entrañables» —o execrables, al parecer de cada uno—, como la de traducir los nombres propios. Por eso, en las traducciones más recientes Dostoyevski se llama Fiódor en lugar de Teodoro.
Tras estudiar atentamente estos sistemas de transcripción del ruso, tal vez pienses que ya estás preparado para transcribir cualquier nombre ruso. Hay una excepción: las traducciones juradas.
Para evitar confusiones y que todos los documentos de los ciudadanos de la Federación de Rusia en cualquier idioma se puedan identificar como pertenecientes a una misma persona, se utiliza el nombre transcrito al alfabeto latino que las autoridades rusas han incluido en el pasaporte. Así de simple.
Sin embargo, la historia reciente de Rusia hace que esto se complique un poco. Desde 2013, por orden del Servicio Federal de Migración de Rusia, en la transcripción de los nombres de los pasaportes se aplica el sistema establecido por la Organización de Aviación Civil Internacional en el documento 9303 (Documentos de viaje de lectura mecánica). Anteriormente se habían utilizado varios sistemas (por ejemplo, el sistema GOST 52535.1-2006 o la transliteración según el sistema inglés o el francés en la época soviética). Por ello, a lo largo del tiempo los documentos en otros países de una misma persona rusa pueden mostrar nombres algo diferentes.